El avión está por aterrizar. Tengo un libro en la mano, no lo leo, me aferro a él. En alguna parte leí que era una buena muerte morir con un libro en las manos. Aunque creo que no se refería a los aterrizajes. Al salir del aeropuerto de Cusco Perú, nuestra guía nos espera, una simpática mujer cusqueña con un cartel con nuestros nombres. Nos vemos como cualquier turista, pero nuestro viaje es diferente, nos adentraremos en el mundo mágico de la Madre Ayahuasca.
La Ayahuasca (banisteriopsis caapi) es una liana de la selva amazónica conocida desde hace 5 mil años. La Ayahuasca es la base del chamanismo, la medicina y la cosmovisión indígena amazónica. Se le llama Caapi en Brasil, Natema en Ecuador, Yajé en Colombia y Ayahuasca en Perú. En el idioma quechua, ayahuasca significa “liana de los cielos”. Al hablar de Ayahuasca se está hablando de dos cosas: de la liana, normalmente de color marrón rojizo, y del preparado utilizado por los chamanes con fines mágicos, curativos y adivinatorios, al que, además de esta liana, se le agregan otras plantas.
Nuestra guía nos pide que descansemos, ya que en algunas horas vendrá Joel Jahuanchi Marca, el chamán y guía espiritual, para hablar con nosotros. Joel nos advierte que el proceso no es sencillo, nos interroga sobre si sabemos bien a lo que hemos venido. Decimos que sí, aunque yo realmente no estoy seguro. Si he venido, es simplemente porque quiero estar mejor. Entre la información que nos envió Joel, que además de chamán estudió antropología, hay un párrafo que explica lo que haremos en la selva peruana, se trata de un Retiro Espiritual y Dieta con Ayahuasca que dura cinco días: “donde tendrán la oportunidad de conocer y experimentar las bondades del Ayahuasca como parte de la medicina tradicional amazónica… iniciando el camino hacia la armonía y curación física, espiritual, mental y emocional… Para ello, solicitamos a los participantes Voluntad, Paciencia, Fe y mantener la mente libre de prejuicios”.
Joel se retira, aunque creo que no está muy convencido de nuestra voluntad, paciencia y fe. Igual nos vendrá a buscar al otro día para iniciar nuestro viaje a la selva. En un auto recorreremos las ocho horas que nos separan de la selva, donde está el Centro de Crecimiento del Ser.
A la salida del Cusco, se termina el pavimento y comienza un largo camino de tierra que se interna por las montañas, es un camino de una sola vía, por eso, cuando viene un vehículo en sentido contrario hay que retroceder a un lugar donde los dos puedan pasar. Alguien me dice que al fondo de las quebradas aún se ven los restos de los que no pudieron pasar.
Después de horas de marcha y polvo, llegamos al pueblo de Pillcopata, en la Selva de la Reserva de Biosfera del Manu, donde Joel debe recoger algunas cosas antes de llevarnos al centro para comenzar nuestro retiro. Llegamos casi al oscurecer. No hay luz eléctrica, solo Joel, nosotros dos y la selva. Hay también alrededor de cinco cabañas de distintas dimensiones, todas bastante limpias, pero sin puertas. En la que me asignan para dormir, solo hay una cama con mosquitero.
El primer día haremos una purga, necesaria para estar en condiciones de tomar Ayahuasca. La purga se inicia bebiendo tres tazas de un brebaje que Joel prepara frente a nosotros, exprime y exprime una planta que da un jugo de color verdoso y de sabor amargo. Este brebaje y otros que bebemos en la soledad de nuestra cabaña deben provocar la limpieza de nuestro cuerpo a través de vómitos. Aunque la sensación no es agradable, al poco rato de vomitar, nuestros cuerpos se sienten cansados, pero limpios. Joel nos dice que mañana será nuestra primera toma de Ayahuasca. Cada uno se retira a su cabaña a esperar el gran viaje.
EL VIAJE
Amanece, la selva deja de cantar, esta noche tomaremos por primera vez Ayahuasca, debemos ayunar y meditar; con respecto a lo primero no tengo problemas, lo segundo para mí es mucho más difícil. No es fácil estar solo con uno mismo todo un largo día, donde solo queda pensar y pensar. Además, lo que más pienso es que quedan 4 días muy parecidos a este.
Alrededor de las 9 de la noche se siente la voz de Joel llamándonos desde la cabaña principal del centro. Allí cada uno debe ubicarse en una pequeña colchoneta y seguir el ritual. No hay luz, solo un pequeño fuego y una vela. Joel prepara sobre una piel de Jaguar una dosis de Ayahuasca, nos estudia y creo que pide inspiración para saber cuánto debe darnos a cada uno. Sobre la piel además de las botellas con el preparado morado, hay semillas, plumas, collares de semilla, piedras, tabaco, agua florida. Cada uno toma su dosis, y se sienta en un rincón de la cabaña. El Chamán comienza una serie de invocaciones. Nos ha dicho, y durante la ceremonia lo repite en canto e invocaciones, que la Ayahuasca es Madre, porque guía, Maestra porque enseña y Doctora porque cura.
Uno de los cantos rituales pide que la Ayahuasca nos lleve a su mundo mágico y lo hace. Se dice que la Ayahuasca es un método de limpieza interior que trabaja simultáneamente en el cuerpo físico, energético y psíquico. Pero además, es “también una puerta de acceso a estados modificados de conciencia, que permiten observar realidades que estarían ocultas en circunstancias ordinarias. Esta situación ayuda a entender y reconciliarnos con la vida, con los demás, con la naturaleza, el universo, con nosotros mismos y con Dios; en palabras de los chamanes: vas a ver y entender”.
Tomar Ayahuasca debe ser una decisión consciente, ya que la “excursión psíquica” a la que lleva puede terminar en una experiencia de bienestar, o como una exploración dolorosa de los límites y carencias de cada uno. A los 30 o 45 minutos de haber ingerido la Ayahuasca, aparecen ligeras náuseas, y el estómago comienza a molestar. Siento también un gusto algo agrio y metálico en la boca y me dan ganas de vomitar. Abandono la cabaña algo mareado, pero consciente y vomito en algún lugar de la selva. Vuelvo y los efectos de visión, que ya se habían manifestado levemente, crecen, como que vomitar hubiera sacado un tapón en mi conciencia; las imágenes se suceden una tras otra. Sentado en mi colchoneta, veo y veo, colores, luces, y visiones que no alcanzo a identificar del todo. Creo ver que en medio de la selva, la Ayahuasca, no lo sé, pero intuyo que es una visión favorable.
Joel, cada cierto tiempo, monitorea nuestro estado y nos va guiando. Luego de un tiempo largo que no puedo fijar en minutos u horas, nos dice que nos acostemos en las colchonetas. El efecto se apacigua a ratos, pero continúa renovando las visiones, hasta que Joel cree que estamos en condiciones de volver a nuestras cabañas. Al acostarme, como tengo sueño, creo que dormiré profundamente; craso error, al acostarme, las visiones se multiplican hasta el alba.
Al otro día el cuerpo se siente cansado pero el ánimo no. Joel dice que ese día será para descansar y relajarnos. Después de este día de “recreo” viene nuestra segunda sesión con Ayahuasca. “Durante la toma, se produce una profunda acción en el cuerpo, mente, emociones y espíritu, permitiéndonos confrontar y conquistar nuestros miedos más profundos, revitalizar energías vitales y despertar un nivel superior de conciencia… La Ayahuasca sirve como recurso psicoanalítico y psicoterapéutico para que la persona adquiera conciencia de sus problemas en su verdadera significación”.
La segunda toma es diferente, aunque se repite el ritual paso a paso, esta vez, uno sabe más o menos lo que vivirá y está más preparado: tiene menos temor y la mente más abierta. Lo primero que visualizo es una inmensidad de colores y formas, que podrían multiplicarse hasta el infinito, pero Joel nos hace regresar hacia nosotros mismos, para trabajar lo que importa, que de seguro está en uno, no afuera.
Algunas de las imágenes que el primer día solo fueron un esbozo aparecen ahora, nítidamente. Se me aparece un lobo, pero que lejos de asustarme, se convierte en mi guía por este mundo. Empiezo a ver momentos de mi propia vida, asuntos de familia; los ojos del lobo brillan indicándome el camino, en un momento llego a ver claramente la primera chica con la que salí y a la que no seguí viendo luego que en una ida al cine, nos acompañó su hermana y se sentó entre los dos. Me entretengo en esta historia, trato de recordar su nombre, pero los ojos del lobo se han vuelto opacos y sin luz, es entretenida la visión, pero no es importante; cuando lo entiendo los ojos del lobo se encienden y sigo avanzando aún más lejos en mi infancia, llego hasta la primera casa en que viví y descubro algo que me atormentaba y que estaba ahí sin que yo lo supiera conscientemente. Creo que es lo que venía a buscar; pero hay más, pregunto por una mujer, que sé que no es para mí, pero mi visión refuerza lo que el corazón no quiere entender, después tendré aún más, me veo en el futuro como el padre de familia que añoro, pero que temo.
Creo que he sido bendecido por un gran viaje. Y que me he ahorrado años y años de terapia que jamás hubiera tomado. Al otro día hablo con Joel, que me pide que más que tratar de desentrañar los misterios de mi visión, los acepte y los agradezca. Además señala que más significados se irán develando con el paso de los días.
Dice que no hay ceremonia buena o mala, sino mal entendidas: “Es fácil tomar Ayahuasca, lo difícil es entender lo que viene después… El reto de la persona es entender los verdaderos significados de las visiones que nos muestra la planta y poder utilizar este aprendizaje en nuestra vida diaria… siempre recomendamos a las personas que no forjen expectativas “maravillosas y mágicas” de experiencias ajenas, porque no siempre resulta así, ya que cada persona tiene su propia experiencia. No hay nada más equívoco que el esperar tal o cual cosa de una sesión, puesto que el mantener la atención fija en una esperanza mental no dejará espacio para lo que se presente a la hora de la verdad…”
Yo tuve suerte, y aunque he conocido de personas con mala experiencia con Ayahuasca o incluso algunas a las que no les hizo visiblemente nada de nada, a mí me cambió, no es que ahora sea otro, simplemente estoy más tranquilo; siento que todo está bien y que los nudos se han desatado. Además comprendí que al final todo: problemas y soluciones a los problemas están en un solo sitio dentro de uno mismo. En resumen podría decir que ahora me siento muy bien conmigo y ¿qué más se puede pedir?
Han pasado los cinco días en la selva, Joel nos deja en el Cusco y nos dice que lo que hemos vivido no es más que un comienzo, ahora depende de nosotros trabajar las cosas que la doctora, maestra y madre Ayahuasca nos mostró. En el viaje de regreso al aterrizar en Santiago, olvido tomar un libro, algo ha cambiado, ya no temo y además no pretendo morirme, por lo menos en un largo tiempo.
-Guionista Daniel Osorio Gómez – donosorio@yahoo.com – Santiago de Chile.
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