Antes de ocuparme de este tema es necesario hacer un deslinde sobre los conceptos relativos a la medicina tradicional, la medicina natural y la medicina académica o científica, entre otras medicinas paralelas o alternativas. De este modo la utilización del concepto “tradicional” empleado por diferentes organismos y/o personas especializadas en la materia; siguen sin querer comprender que hay una diferencia sustancial en lo que es Medicina Tradicional, Medicina Natural, Medicina Casera, Medicina Popular y Medicina Académica o Científica.
Dentro de la Medicina Natural, están comprendidas todas aquellas medicinas que como su nombre lo indica, utilizan medios naturales para restablecer la salud de las personas. La fitoterapia, termoterapia, hidroterapia, bioenergética etc. son algunas de las medicinas naturales empleadas para la sanación. Todas estas parten de una concepción totalmente racional y Iógica causal, dado que se aplica el remedio para combatir determinado mal. Estas medicinas no entran dentro de lo tradicional porque ya tienen un trasfondo académico y científico donde ya se conoce la etiología de las enfermedades de manera conciente y racional.
La medicina casera, también tiene un trasfondo racional y se diferencia de la natural porque indistintamente utiliza medios naturales en las diferentes recetas que al interior de la casa se utiliza como parte del manejo de curaciones que desde los abuelos conocen y practican las personas en diversas localidades. Estas recetas y prácticas son a veces muy diferentes de región a región, trabajan sobre la creencia de que las enfermedades son originadas por el frío o el calor; la tos, los resfriados, dolores reumáticos, empacho, cólicos, etc. pertenecen al primer caso. Los procesos infecciosos, que originan estados febriles e inflamatorios, como el dolor de muelas, desarreglos gastrointestinales, la insolación se reconocen como “arrebatos” ocasionados por el calor. Para cada caso hay recetas que incluyen plantas, animales, sustancias terrosas naturales y minerales que se reconocen como de temperamento frío, templado o cálido, lo que es administrado al paciente en forma de jarabes, tisanas, pócimas, emplastos, baños y pediluvios, orientados a contrarrestar los temperamentos fríos, templados o cálidos.
La medicina popular se diferencia de la casera, en cuanto esta es de conocimiento y práctica muy familiar y particular. En una misma localidad las familias pueden tener diversas formas de afrontar las enfermedades, desde la manera de prevenirlas, diagnosticarlas y tratarlas. La medicina natural es el conjunto de medicinas caseras que se practican en una localidad o región. Dicho de otro modo es la popularización de las otras medicinas caseras. Lo que le diferencia de la medicina casera, es que mezcla estos conocimientos que en gran parte son de procedencia foránea (occidental, africana u oriental); con la medicina tradicional andina. De esta forma al tratamiento empírico racional le añade uno de corte ritual mediante el ofrecimiento de ofrendas que dan como complemento al tratamiento de la medicina popular.
En la concepción de la medicina moderna, académica o científica, se tiene pleno conocimiento de los agentes patógenos y de las enfermedades o secuelas que estas producen. Desde esta perspectiva se orienta a eliminar dichos agentes y las secuelas dejadas por las mismas mediante la prevención, diagnóstico y tratamiento, para, lo que utiliza instrumentos y aparatos adecuados, fármacos, intervenciones quirúrgicas, radiaciones, etc. que linda dentro el campo de la medicina científica.
Equivocadamente y con frecuencia se viene adjudicando el término de “Medicina Tradicional” a lo que es la Medicina Natural, destacando dentro de ella la fitoterapia, consistente en el restablecimiento de la salud por medio de la utilización de plantas. Los medios de comunicación masivos, a diario nos traen noticias sobre “descubrimientos” como la tan difundida Uña de Gato, Sangre de Grado, etc. que sin desmerecer sus virtudes o cualidades que tienen; no entran dentro del campo de lo tradicional, porque no tienen un contenido mítico, mágico ni ceremonial, como la coca, la ayahuaska o la wamanlipa, que si pueden proceder de una auténtica medicina nativa a lo que sí llamaremos MEDICINA TRADICIONAL que viene siendo utilizado dentro de una concepción diferente a la que se la da dentro del campo de la fitoterapia en cuya concepción ya hay una relación de causa y efecto como resultado de la racionalidad científica.
Lo expuesto no niega que las diferentes medicinas tradicionales que hay en las otras culturas, no se utilicen plantas medicinales para restablecer la salud. Sin embargo estas parten de una cosmovisión diferente a la que se tiene en la cultura andina. Si comparamos la medicina tradicional de nuestra realidad andina con la de otras culturas como la Indú, encontramos que la medicina tradicional practicado por los indostanos y los Budistas; a parte de sus ritos expresados por sus cantos, danzas o movimientos rituales, mantras, y mandalas; utiliza plantas como elementos curativos y como contenedores de ciertas propiedades místicas que podían alejar los males y propiciar la concurrencia de fuerzas benefactoras. La medicina de pueblos del extremo oriente como la de Tailandia, es la que mas practica el uso de las plantas como parte de su sistema de sanación; pero el uso de estas va asociado al igual que en la Indú, con el sistema de alimentación de corte eminentemente vegetariano.
Con lo expuesto debemos entender que las medicinas nativas a lo que si llamaremos medicina tradicional, se diferencian de la fitoterapia, en la carga ideológica que tienen las primeras. Cada una de estas parten de un sistema de creencias donde la idea de la enfermedad se concibe como un castigo devino, antes que como producto del contagio o la contaminación con agentes patógenos. La creencia en sus divinidades y los atributos que estos tiene, están orientadas a favorecer o castigar la buenas o malas acciones de sus creyentes.
De aquí que las malas acciones originan la enfermedad como producto del castigo. El tratamiento de los males dentro de esta conceptualización, se hace recurriendo primero a rituales y ceremonias antes que utilizando plantas, animales o elementos químicos, que de ser el caso es complementario en algunas medicinas nativas o tradicionales. El uso de la sugestión por medio de ritos y ofrendas, basado en su sistema de creencias da lugar en primer término al tratamiento psicoterapéutico del paciente. De este modo quien se dedica a estos menesteres es un sacerdote antes que un médico. Estos curan por la fe, utilizando fundamentalmente el sistema d valores de su cultura y en la mayoría de los casos, son las plegarias, las ofrendas, las penitencias o el tratamiento mágico de los males, los que se utilizan para restablecer la armonía entre lo divino y lo humano.
Cumplido los rituales y ceremoniales viene la segunda parte consistente en lo que llamaríamos, la medicina empírico racional en la cual se aplican algunos medios naturales para contribuir al restablecimiento de la armonía entre lo divino y lo humano, entre el cuerpo físico y el espíritu.
Los síndromes psicosomáticos, conocidos como mitos médicos por Hermilio Valdizan y Ángel Maldonado; son los que aclaran contundentemente la no creencia de los antiguos peruanos en la existencia de agentes patógenos, dentro de su sistema de ideas y conceptos en torno a la etiología de los males. Sin embargo si bien describen estos mitos de manera detallada, no alcanzan a comprender el contenido ideológico que encierran las actividades orientadas a restablecer la salud de los enfermos, y la forma como estas prácticas utilizaban el contenido religioso, el sistema de valores y la cosmovisión del hombre, para desarrollar la energías mentales necesarias por medio de la sugestión. A estas prácticas algunos estudiosos como Juan Lastres Saguin, entre otros, reconocen como prácticas psicoterapéuticas.
Actualmente se viene comentando sobre las bondades de la medicina tradicional andina en el adecuado tratamiento de las enfermedades psicosomáticas (susto, machusqa o soq’asqa, amaychura, hallpa hap’isqa, pukio hap’isqa, etc.) que la medicina moderna no puede curar porque atribuye el origen de estas enfermedades a otros factores que están fuera del entorno ideológico del paciente, de tal forma que su tratamiento no es efectivo por su falta de aceptación colaboración del paciente que cree más en el curandero porque este aplica en la sanación los contenidos ideológicos, sus sistema de valores y la cosmovisión del paciente.
Hace poco menos de dos décadas, viene desarrollándose dentro de la ciencia médica, la Psiconeuroinmunología, que esta demostrando el poder de la mente para curar las enfermedades mediante las prácticas de relajación e imaginación profunda y constante, con lo cual se ha demostrado que el cáncer de mamas de las mujeres puede curarse por este medio. Esto nos hace ver que la medicina tradicional andina hace muchos años ya utilizaba el poder de la mente para poder curar las enfermedades a través de la sugestión, haciendo que el paciente inducido por el Chaman o Paqo, se imaginara en su curación haciéndole ver por medio de sus rituales que los dioses habían escuchado sus plegarias y aceptaban su restablecimiento. Los actos de contrición, la puntual creencia en su sistema de valores y la observancia de sus ritos contribuían positivamente a su curación tal como esta demostrando esta nueva corriente que esta haciendo descubrimientos sorprendentes.
Para comprender la gran diferencia que existe entre la medicina tradicional andina y la medicina científica, es necesario ver el cuadro comparativo de estas dos corrientes, que parten de diferentes concepciones frente a la enfermedad, especialmente en lo referente a la etiología de las enfermedades que para los nativos era producto de un castigo divino. No conocían la existencia de agentes patógenos y no tenían idea a cerca del contagio y la contaminación. En el pensamiento andino la enfermedad era un ente que podía ser manejado ritualmente. Estos entes, perseguían a las personas que habían roto el equilibrio y la recíproca interacción con sus divinidades y las normas impuestas por su grupo social. Eran enviados por las divinidades como castigo por las malas acciones. Como se verá en la columna referente a la medicina científica, los aspectos relativos a prevención, etiología, diagnóstico y tratamiento difieren conceptualmente.
M. Tradicional M. Científica
Prevención Culto a las divinidades Vacunas
Observ. de la normas Profilaxia
Ofrendas Nutrición
Contras (wisqa)
Amuletos y talismanes
Etnología Pecado – enfermedad Agentes patógenos
Agentes naturales Agentes psicológicos
Aspectos congénitos Desarrg. Orgánicos
Diagnóstico Hichuri Estetoscopio
Coca Psicoanálisis
Qollpa Tensiómetro
Sebo Ecografía
Plomo Anal. de laboratorio
Molledos Rayos x
Sueños Tomografía
Fuego
Cuye
Tratamiento Ceremonias Rituales Fármacos
Limpia del pecado Dietas
Traslado de la enfermedad Inyecciones
Llamado del alma Cirugía
Devolviendo el mal Quimioterapia
Empírico racional Rayos de cobalto
Medios mecánicos Fisioterapia
Con este preámbulo ahora podremos comprender que las prácticas rituales empleados por los curanderos en el tratamiento de las enfermedades psicosomáticas se fundan en principios básicos donde el poder mental desencadena su potencial a través de la utilización del sistema ideológico del paciente por medio de la sugestión, inducida por un Chaman o sacerdote.
La Enfermedad del Susto.
Conocido bajo diferentes nombres en las distintas regiones del país: los quechuas de la zona sur del país lo conocen como Mancharisqa (asustado), ánimo qarkusqa (pérdida del alma). En el norte le denominan espanto, hani (con el ánima perdido), Pacha chari, mal de espanto.
El origen de esta enfermedad lo atribuyen a la pérdida del yuyaynin (juicio o razón) o huqkaqnin (su otro yo) lo que en la medicina tradicional actual se conoce como pérdida del alma a causa de haber sufrido un traumatismo psíquico sobre el organismo en general y sobre el sistema nervioso en particular.
Valdizan y Maldonado, desde su perspectiva médico académica piensan que esta enfermedad en muchos casos se debe a alteraciones del metabolismo debido a una alimentación poco racional. En otros se trataría de alteraciones nerviosas endo y exóticos y concluyen diciendo que “…en la mayoría de los casos el susto disimula la ignorancia de los curanderos”.
Aquí podemos notar la presencia del académico que aplica su racionalidad en un intento de explicar la etnología de este síndrome desde su propia lógica racional, de corte occidental. Reconoce por un lado que las impresiones fuertes pueden generar trastornos en el organismo, pero se inclina más a explicar que la patogenia del susto se debe más a la presencia de agentes patógenos y una deficiente nutrición. Sin embargo el tratamiento psicoterapéutico de esta enfermedad y los resultados de la supuesta ignorancia de los chamanes andinos demuestra lo contrario como veremos adelante.
En todos los casos los síntomas que presente esta enfermedad son los mismos. Valdizan lo describe de este modo:
“Entre los síntomas de la enfermedad se describe los siguientes: escalofrío, fiebre, nauseas, vómito, diarrea”.
Y considera desde su perspectiva médico académico, que estas tienen un origen gastro entérico debido al cual el paciente:
“desarrollaría, una anemia ostensible en la palidez de las mucosas y de la piel, palpitaciones violentas, gritos nocturnos y sueño intranquilo” una mortificante astenia general, una intensa depresión psíquica o después de las alzas térmicas que sobrevienen generalmente por las tardes, hay sudores profundos seguidos de cefalgias violentas y dolores óseos y articulares muy molestos para el enfermo”.
El tratamiento de esta enfermedad es eminentemente psicoterapéutico. El chaman andino desde los incas utilizaron medios sugestivos para lograr el restablecimiento del paciente aquejado por el susto u otra enfermedad psicosomática. Cobo nos describe como era el procedimiento usual que empleaban los chamanes andinos para tratar las enfermedades por medio de la sugestión y la hipnosis.
“Para las enfermedades muy graves que con las medicinas y curas no sanaban, hacían los hechiceros meter al enfermo en un aposento secreto que primero preparaban de esta manera: limpiándolo muy bien y para purificarlo, tomaban en las manos maíz negro y traíanlo refregando con él las paredes y el suelo, soplando a todas partes mientras esto hacían y luego quemaban el maíz en el mismo aposento y tomando luego maíz blanco hacían lo mismo y después asperjaban todo el aposento con agua revuelta en harina de maíz, desta suerte lo purificaban. Limpio pues y purificado así echaban al enfermo de espaldas en medio de él, estando presente el inca, si era su mujer o hijo el enfermo y luego, por ilusión y embustes del demonio, era el enfermo arrebatado de un pesado sueño y éxtasis, y los hechiceros hacían apariencia de que lo abrían por medio del cuerpo con unas navajas de piedras cristalinas y que le sacaban del vientre culebras, sapos y otras bascosidades quemando en el fuego que allí tenían todo lo que sacaban y decían que desta suerte limpiaban lo interior del enfermo…”.
Aquí estamos ante la presencia del empleo de la hipnosis y la sugestión para tratar al enfermo. No intervienen el uso de plantas, animales o minerales como parte del tratamiento. El empleo del maíz es ritual, no se le aplica al enfermo interviene como un elemento de purificación.
El empleo de la sugestión, como parte del tratamiento de las enfermedades psicosomáticas, era necesario puesto que utilizaba los fundamentos del sistema de creencias del individuo. Un ejemplo de esto tenemos en el Wahapuy (llamar el alma u otro yo del enfermo). Para proceder al llamado primero prepara una ofrenda conocido como pago, pagapu, despacho, saywa, Qormi, sumaq sonqo (corazón bonito) que el Paqo o curandero debe preparar de acuerdo al tipo de enfermedad. Para el susto se prepara un despacho completo compuesto de 24 kintus de coca, maní, qañiwa, ayara, wiraq’oya, dulces de diferentes colores, galletas, qori libro, lloq’e seq’e, qori lazo, qolqe lazo, clavel rojo, piñis, wayruro, feto de llama, vino, ñawin ajha y agua ardiente. Esta ofrenda es quemada por el curandero en un lugar apropiado. Aquí señalamos que este rito, se debe oficiar en toda ocasión, de sanación con algunas ligeras diferencias. Es según los paqos, una forma de pedir permiso a las deidades andinas a manera también de restablecer la armonía entre las divinidades y el paciente.
Luego de oficiar la ofrenda, si el paciente es adulto, el curandero se sienta junto a él y le habla con frases cariñosas, le obsequia flores, él mismo se coloca en la boca hojas de coca que pincha con cierta delicadeza, luego pone sus manos en los hombros del enfermo como quien practica pases y le dice quedamente al oído:
“a que vas a esa mansión obscura donde no llega el sol, donde ni siquiera hay agua… ¡Regrésate! ¡No te asustes! Ven tus padres están apenados por ti”
Las técnicas de tratamiento de las enfermedades psicosomáticas tiene una amplia gama de variantes, sin embargo cada una de estas técnicas empleadas se basan en la cura psicoterapéutica donde la sugestión juega un papel importante. Dentro de ello se tiene la shoqma o shoqpi, (frotar) practicado en Ancash y Huanuco… Consiste en “bañar” y frotar al paciente con flores recogidas antes de la salida del solo, luego se hecha estas flores al cruce de un camino. Como una especie de candado se cuelga en el cuello del enfermo la cresta de un gallo para que impida a su huqkaqnin (su otro yo) salir de nuevo.
El susto en la criaturas es más frecuente, porque con la menor cosa se impresionan ya sea cuando alguien les grita o levanta la voz. Su espíritu queda atemorizado y vive sobresaltado. Una simple caída puede ocasionarle la pérdida de su “almita”. Esta enfermedad reviste las modalidades una leve conocido como mancharisqa (asustado) y la otra animu qarkusqa (pérdida del ánimo). En el primer caso el curandero o cualquier persona mayor especialmente la madre de las criaturas, proceden a “llamar” el ánimo de la criatura diciendo:
“Hampuy Juancito, hampuy
Keypin ñuñuyki, hampuy
“Vente Juancito, vente
Aquí esta tu teta, vente”
Después de hacer el llamado se pone un poco de sal en el sitio donde se asustó y luego se introduce un clavo.
Es la forma más inmediata para curar a las criaturas asustadas.
En el segundo caso la pérdida del ánimo, es mas grave, pues la fuerte impresión ocasiona que su huq kaqnin (su otro yo) o alma a sido espanta y huye del cuerpo.
El paciente enflaquece y pierde peso, duerme con sobresaltos y despierta gritando, de día, anda totalmente decaído, come poco, anda entristecido con ganas de llorar. En algunos casos estos síntomas van acompañados por frecuentes diarreas e inapetencia. Para curar esta enfermedad en las criaturas se acostumbra mandar preparar una “guagua” de pan, con las ropas del enfermo y luego va al lugar donde se asustó llamando el ánimo del enfermo. El muñeco de pan se arrastra levemente sin voltear. Llegando a la cama del paciente se coloca a su lado. Esta operación se hace por tres veces como tenemos señalado.
Otra forma de curar es por medio del baño de las flores, que consiste en enterrar al paciente dentro de la panza del ganado que benefician en el camal. También se le baña al enfermo, especialmente a las criaturas en un caldo preparado a base de roq’e, vísceras de cordero y afrecho, una copa de leche humana, otra de leche de vaca, huevo, una copa de agua ardiente, vino, todo eso se bate bien y cuando está tibio se baña al paciente. La espuma se hace lamer a la criatura y si es un poco mayor, se le hace tomar un poco de ese caldo. Su ropa se lava en dicho caldo luego de haber bañado al paciente. Se cree que es una forma de reemplazar las energías perdidas alimentándolo directamente por una especie de ósmosis.
Las técnicas y ceremoniales para curar el susto o pérdida del alma, es abundante y variado de región a región por lo tanto describir cada una de estas sería una tarea ardua, y a lo mejor como resultado encontraríamos algunas similitudes y ceremoniales diversos.
De no curarse a tiempo al enfermo, su alma se vuelve matrero y ya no puede volver. La persona se volverá triste y taciturna, asustadiza y apocada y sin personalidad. Su alma se volverá en espíritu chocarrero que andará haciendo asustar a las personas que tienen la mala suerte de chocar con ellos.
Como complementos para el mal de susto se les administra cocimientos de algunas plantas como el roq’e, con la finalidad, no de contrarrestar algún agente patógeno; sino de hacer que se estabilice su nuna (su yo) de la persona asustada pues el roq’e será como un candado que impide que el alma vuelva a salir al llamado de espíritus negativos que pueden estar tentándolo a salir otra vez. Tampoco dejará que estos entren en su cuerpo.
Hallpa hap’isqa.
O agarrado por la tierra, es otra enfermedad psicosomática atribuida al castigo de la tierra, que en su sistema de creencias está considerada como Pachamama, o madre tierra. Puede agarrar el ánimo de las personas cuando esta no cumple con hacer sus ofrendas conocidas como el “pago a la tierra”, cuando hace mal uso de ella quemando cuando ella está viva, ejemplo, preparar y quemar un horno para hacer pachamanca o wathias en época de lluvias.
Los síntomas de esta enfermedad se traducen en decaimiento general, pérdida de fuerzas, una total anorexia y tristeza. El paqo cura haciendo ofrendas a la tierra consistente en la quema de un despacho, compuesto de coca, maní, qañiwa, wira q’oya, dulces de diferentes colores, galletas, qori libro, qolqe libro, clavel rojo, piñis, wayruro, feto de llama, chiuchi recado, flores de clavel, feto de alpaca, cintas de colores rojo y amarillo, vino y agua ardiente. Quemando este despacho a la media noche, el paqo procede a invocar a la santa tierra, rogando que suelte el ánimo del paciente.
Luego le sahúma con plantas olorosas, palo santo, incienso mirra, markhu, ruda, muña…Como complemento le receta el consumo de comidas y bebidas sustanciosas, caldo de ranas, vísceras de carnero, caldo de carne, etc. Con este procedimiento logra curar al enfermo agarrado por la tierra. Como se puede ver es un procedimiento psicoterapéutico. Basado en el sistema de creencias del paciente.
Qhayqasqa.-
El culto a los muertos es una tradición que viene desde épocas remotas. Se supone que el alma de los difuntos vive en la otra vida y por tanto requiere de nuestra ayuda para vivir dignamente. La ayuda de los vivos es enviarle recados o encomiendas a la otra vida a través de despachos, ofreciéndole misas y comidas en el día de los difuntos y en su natalicio. Olvidar a los muertos trae consigo el castigo de estos por medio de la qhayqa, el cual consiste en mareos, arcadas y vómitos, pérdida intempestiva de la temperatura, náuseas, sudor frío y malestar general con decaimiento de las fuerzas. Algunas veces hay pérdida de conocimiento y desmayos.
Este malestar se cura frotando al paciente con ruda y markhu, luego se arroja al fuego dichas frotaciones para que el espanto se vaya. Cuando reviste mayor gravedad se le frota con cañazo y se le hace tomar aguardiente. Luego se le acuesta al paciente abrigándole bien. La qhayqa se ocasiona también cuando una persona tropieza con un fantasma o espíritu de algún alma en pena.
Soqasqa o machu hap’isqa.-
Es una de las enfermedades o síndromes mas controvertidos de la medicina tradicional. El soqa machu, wari o gentil, es el espíritu de las momias que supuestamente vive en los pukullos o tumbas. Cuando son perturbados, ya sea pisoteando dichos entierros, orinando o defecando encima, el soqa puede agarrar el ánimo de la persona haciéndolo enfermar. El diagnóstico de esta y cualquier otra enfermedad se hace mediante la coca y observando el estado físico del paciente. Los síntomas se traducen en un extremo enflaquecimiento, hambre insaciable, dolor de huesos y constantes diarreas.
Este síndrome tiene otra faceta de contenido erótico mediante el cual con mucha frecuencia hay mujeres que dicen haber sido poseídas por el soqa, quien aprovechando que estaban solas fueron seducidas por él.
Se dice que este personaje en ausencia de los maridos de sus víctimas toma la figura de este y de esta forma las seduce. Al amanecer deja restos de paja o andrajos antiguos como señal de su presencia. En otros casos aprovecha del sueño de las personas para presentarse a su víctima a quien enamora ofreciéndoles oro y plata a cambio de sus favores. Estando en un estado de entre sueños, las hace suya y desde entonces se le presentará cada noche. Las personas seducidas por el soqa, dicen que se apegan a él y mantienen frecuente relación con él negándose a desocupar su vivienda. Se dice que el soqa, vive cerca de este lugar por eso la víctima se apega a permanecer con él. Como resultado de estas relaciones si tiene marido hace que se separen o lo enferma al hombre. Por su parte la mujer enflaquece paulatinamente hasta que finalmente muere.
La manera de curar este síndrome es ofreciendo despacho contra el soqa, se le da feto de gallina, de llama, de alpaca, de caballo y frutas. Este despacho tiene valor para tres años al cabo del cual se debe renovar al ofrenda.
La forma de prevenir la enfermedad es haciendo que la mujer lleve en sus bolsillos “ajos castilla” y una pequeña cantidad de excremento de “qholla wawa” (criatura tierna) con esto el soqa huye porque es muy escrupuloso y limpio pues no tiene intestinos por tanto repele la suciedad y los malos olores. Las habitaciones de la casa donde hay soqa, deben tener una cruz hacha con las hojas de niwa. En el se pone “ajos castilla” macho y hembra. Otra forma de prevención es ofreciéndole q’opa despacho (ofrenda de basura) que le causa disgusto y lo repele. Por lo contrario la comida del p’esqe, (especie de mazamorra de quinua) es de su agrado y lo atrae mucho, por eso cuando se prepara esta comida se debe lavar los platos y ollas para que no atraiga al machu.
Dicen que muchas veces las mujeres llegan a embarazarse del soqa. El hijo del soqa, nace con dientes y bigotes y muere en cuanto ve la luz del sol.
También existe la Paya Soqa, o soqa hembra, que persigue a los hombres. El encuentro de un hombre con la paya soqa, es mortal porque su víctima muere en el primer encuentro.
Pukio hap’isqa.-
O agarrado por el pukio o manantes de agua. Es una enfermedad supurativa, pues al paciente le salen granos con supuración de agua. Se supone que el origen de la enfermedad se debe al haber pasado en un mal momento por una fuente o pukio el cual sopló sus emanaciones. La forma de curar es haciendo sahumar al paciente con los desechos y sobras de todas las plantas medicinales, viene a ser una especie de basura o restos de diferentes plantas. Se le agrega contra veneno y contra hechizo y una especie de copitas de diferentes colores. Esto se lleva al lugar donde fue cogido por el pukio y se entierra en la orilla.
Mal viento.-
Existen diversos tipos de “mal vientos” entre ellos están el soqa, wayra, proveniente de las tumbas de las momias o entierros antiguos, esto produce granos en todo el cuerpo. Se cura bañando al paciente con agua de malvas y markhu. Hay tambien el “Haya wayra” o viento proveniente de las tumbas, causa mareos, es parecido a los síntomas del qhayqasqa. El hiru wayra, es el mayor peligro pues genera deformaciones en el rostro al “voltearle la mejilla” causando una parálisis facial, su curación es difícil, el paciente debe friccionarse el cuello con una media o trapo negro. El tratamiento se hace mediante fricciones constantes con hierbas de olor fuerte, muña, markhu, ruda, molle, sauco putaqllanku. Este tipo de mal viento también ataca las articulaciones generando dolores.
Encantamiento.-
Ciertos parajes son considerados como lugares negativos porque allí viven espíritus malignos como el anchancho. Especie de sirena para unos y de un hombre pequeño y maligno que engaña con su risa maligna, según otros la persona que entra en estos lugares puede perder la razón por efecto del encantamiento.
Estos lugares peligrosos de preferencia son las casas de gentiles, casas viejas abandonadas. Las phaqchas o caídas de agua se consideran habitadas por el espíritu de las aguas o las sirenas que pueden encantar a las personas y llevárselo consigo, consideran que las personas que han sido encantadas, andan como poseídos y difícilmente pueden recuperarse, salvo la energía poderosa de un paqo, que sabe como determinar los factores negativos de esta energía. Como parte de su tratamiento debe enfrentarse con el anchancho ubicando el lugar exacto donde vive. Luego llevará a la persona a dicho lugar y sin temor invocará a la media noche desafiándole a salir. Seguidamente arrojará sobre el paciente el sumo de las plantas mas hediondas, mezclados en poqo hisp’ay (orines macerados) excremento e añas y sebo de puma. Con esto el anchancho huye. Si el paqo no tiene la suficiente fuerza y entereza, puede ser dominado y corre peligro de morir en la contienda.
Amaychura.-
Es la enfermedad de las criaturas debido a estar poseídas por el espíritu de un muerto. Esto ocurre cuando las madres en estado de gestación concurren a un velatorio de algún difunto o cuando llevan a las criaturas a estos eventos. Allí el espíritu del muerto se apodera de la criatura y por eso esta enfermará presentando los mismos síntomas que se dan en los asustados. La única forma de curar el amauychura es llevando a la criatura a un entierro y al momento que depositan el cadáver en la sepultura hacen pasar a la criatura por encima del ataúd por tres veces. De esta forma el espíritu del muerto deja a la criatura y se va con el difunto.
Esta enfermedad en sí es un cuadro de desnutrición aguda crónica.
La colerina.-
Las emociones particularmente, si son muy intensas no solo dañan el espíritu sino el cuerpo. Entre los indígenas se conoce con el nombre de colerina a una serie de trastornos hepatobiliares caracterizados por dolores de cabeza, cólicos, vómitos generalmente biliosos, consecutivos a un disgusto, una pelea o un contratiempo.
Es lógico suponer que la cólera actúa como elemento desencadenante en los pacientes. La manera de curar es provocando el vómito para que salga toda la bilis porque piensan que hay un trastorno del flujo biliar por efecto de la cólera…
De todo lo expuesto vemos que la medicina tradicional si bien utiliza medios naturales, los hace dentro de una función más ideológica o racional. Atribuye a cada elemento natural, propiedades psicoterapéuticas antes que las que realmente posee. La primera diferenciación viene en lo concerniente a los elementos naturales de temperamento cálido o frío. En este caso estamos frente a una concepción de corte empírico racional que ya está más próximo a lo racional y académica. Aún así, cada elemento natural dentro de las medicinas tradicionales posee un “Espíritu” una “fuerza” “mana” o “khuya”, que es parte de lo divino o algo que emana de él, y el cual contribuye a hacer que el mal se “retire” considerando que la enfermedad es un ente negativo y no producto de la contaminación con agentes patógenos.
El tratamiento psicoterapéutico, está en estrecha relación con este pensamiento. La enfermedad como ente que se apodera del enfermo va haciendo perder su ánimo, agarrándolo o haciendo que la mala suerte persiga a las personas. Para curarle es necesario trasladar la enfermedad. A esta operación se le conoce con el nombre de muda, término castellano que reemplaza a la palabra quechua Kutichi, (hacer regresar) Mediante esta operación se traslada la enfermedad en otro organismo vivo, entre los que figuran en orden de importancia: cuyes, sapos, perros, gallinas, flores, etc. para que la enfermedad se vaya en ellos.
Bajo estos criterios será posible comprender de mejor manera los diferentes mitos y creencias del poblador andino, en torno a los criterios sobre la salud y la enfermedad. A este respecto en trabajos anteriores planteé que el chaman o curandero andino, tiene una doble función de curandero y sacerdote. El chaman puede curar el cuerpo y el alma partiendo de un sistema de creencias propias de su cultura. Se diferencia del médico académico en el campo de acción. El médico cura solo la salud del cuerpo material del enfermo; el curandero andino, cura el cuerpo, el alma y los aspectos materiales inherentes al paciente. De este modo puede curar la casa, el ganado, las chacras la suerte, sus actividades y los anhelos del paciente. Es decir el curandero abarca un campo de acción mas amplio, porque en su sistema de mitos y creencias, las cosas materiales también pueden enfermar, por eso es necesario curar las casas, chacra, el ganado, etc.
Desconociendo la existencia de agentes patógenos, tales como los microbios, virus, etc. Atribuye el origen de las enfermedades a castigos divino.
Antropólogo: Aurelio Carmona Cruz.