La siguiente es una traducción fiel en cuanto a conceptos aunque relativamente libre en los aspectos estructurales de las conclusiones del último libro editado por Ralph Metzner en Nueva York , “Ayahuasca, Alucinógenos, conciencia y el espíritu de la naturaleza”. Metzner es doctor en Psicología Clínica de la Universidad de Harvard, ha realizado postdoctorados en Psicofarmacología y ha estado al frente de los estudios sobre conciencia por más de 35 años. Fue uno de los que inició los trabajos en este campo de la mano de Timothy Leary y Richard Alpert, buscando las posibilidades terapéuticas que se “esconden” en los enteógenos. La introducción de las prácticas y el conocimiento chamánico asociado con el ayahuasca en el interior de la cultura occidental en nuestros tiempos, nos abre profundas y desafiantes preguntas. Aunque sin contestarlas me gustaría reseñar y hablar de al menos tres de ellas. 1) ¿Cuáles son las más valorables y útiles aplicaciones del ayahuasca en el contexto de la medicina y la psicología occidental? 2) ¿Cuál es la cosmología revelada por las visiones chamánicas del ayahuasca, y cómo esta difiere de la cosmología occidental?, y 3) ¿Cuál es el significado del resurgimiento del chamanismo enteógeno en este momento particular de la historia de la civilización occidental?

Aplicaciones médicas y psicológicas de la Ayahuasca:

En el contexto de la Amazonía tomar ayahuasca es algo así como el remedio maestro para todas las enfermedades. Esto no significa que la planta en sí misma y el tipo de medicina que conlleva funcionen como una panacea, pero sí lo hacen como guías o maestros para los curadores humanos, indicando cuales son las plantas quizás necesarias en cada caso, permitiéndole al curador un éxito relativo en su trabajo. Este tipo de prácticas presuponen una manera de comprender la enfermedad y la medicina completamente diferente a la occidental. A pesar de esto, incluso desde nuestro punto de vista hemos podido constatar en los últimos tiempos, que existe un campo de curaciones físicas y psicológicas que pueden tener lugar a partir de esta medicina que no necesariamente surge de nuestros laboratorios urbanos. Hay muchas anécdotas de cómo el ayahuasca ha tenido éxito en curaciones de cáncer, parkinson y otras enfermedades de este tipo, pero al mismo tiempo hay que tener en claro que han sido prácticas realizadas en un contexto psicosocial de elementos chamánicos del cual es imposible separarlas. De todas maneras en los niveles psicológicos existe una evidencia de los cambios terapéuticos positivos que han sido inducidos por la ingestión ritual de ayahuasca. Ciertamente muchas de las historias recogidas últimamente sostienen la noción de que bajo la influencia del ayahuasca la gente está capacitada para comprenderse mejor a ellos mismos, para pensar más claramente sobre sus relaciones, sobre la naturaleza del cosmos y sobre su propio lugar en el universo. La purga provocada por el ayahuasca les otorga a los “usuarios” un sentimiento y una experiencia corporal vinculada a la fuerza llamada “mariri” por algunos ayahuasqueros; y esto no es una cuestión muscular, sino más una especie de fuerza intestinal, una relajación, una especie de sentimiento cálido como de estar en la profundidad instintiva de las raíces de la propia naturaleza física. Muchas de las personas que beben por primer vez ayahuasca tienen que superar la inhibición primaria de vomitar, por su usual asociación de esta acción con los síntomas de una enfermedad. Una vez que la superan encuentran que la purga es sencilla y no requiere demasiado esfuerzo y no va necesariamente acompañada de nauseas y desagradables sensaciones.

Al mismo tiempo existe una convergencia interesante que ocurre entre la purga física y la psíquica. La gente que llega con una carga tóxica considerable en el cuerpo, como pueden ser semanas de antibióticos, tabaco en exceso, etc, suele vomitar en relación a estos aspectos; pero aquellos que no tienen una toxicidad apreciable en su organismo antes de la toma, transforman el vómito que los purga en algo más bien psíquico y “sueltan” cuestiones más emocionalmente intensas. Esta combinación de purga física y psíquica que ocurre generalmente con el ayahuasca me alienta a pensar que potencialmente una de las posibilidades más útiles de aplicación de esta medicina en la sociedad occidental estaría vinculada a los tratamientos de adicción y alcoholismo. Hay proyectos realizados en América que confirman este tema. El descenso de alcoholismo en los participantes de la “Iglesia Hoasca Brasileña”, y entre los miembros usuarios de peyote en la Iglesia Nativa Americana de los Estados Unidos apoyan en cierta manera esta tesis primera. Si bien somos conscientes de que aquí es tan importante la planta como el contexto y la vuelta al entorno ritual por parte de los individuos, no podemos negar los resultados prácticos de la cuestión. Y si miramos hacia atrás en la historia de las investigaciones con sustancias “psicotrópicas” en occidente, veremos que los más alentadores resultados terapéuticos del LSD se han dado en casos de alcoholismo. Sin embargo hay evidencia para afirmar que la purga provocada por el peyote y la ayahuasca es inclusive más efectiva que el LSD a la hora de tratar esas aflicciones de adicción. El adicto necesita purgar no sólo los residuos tóxicos del alcohol u otras drogas en su organismo, sino también los patrones de sus reacciones y los hábitos mentales, emocionales y perceptuales. El programa “Takiwasi” iniciado por el Dr. Jacques Mabit en Perú trata a los adictos a la cocaína en un entorno que envuelve sesiones de ayahuasca y trabajos físicos en jardines y contextos ceremoniales. Yo creo particularmente que hay una fuerte probabilidad de que los programas de tratamientos que utilizan ayahuasca en un ambiente que incluya labores físicas, dietas, ejercicio y prácticas psicoespirituales contra el alcoholismo y las adicciones, pueden establecerse en los próximos años como efectivos y llevarse a cabo allí en donde la política antidrogas y su histeria sean menos intensas.

Cosmología chamánica enteogénica:

Si nos preguntamos por la realidad cosmológica que es revelada a través de las visiones y experiencias de personas occidentales con ayahuasca, encontramos que son relativamente similares a aquellas compartidas por las culturas chamánicas. Específicamente en aquellas que han continuado con un uso del ayahuasca más o menos sistemático frente a las maneras de curarse, explorar la propia conciencia e intentar búsquedas espirituales. Y son esas personas las que al mismo tiempo han desarrollado una visión del mundo que difiere bastante de los paradigmas occidentales del cientificismo moderno. Para aquellos que ideológicamente aún comparten perspectivas cartesianas–newtonianas, las descripciones de los ayahuasqueros no serán más que alucinaciones imposibles de ser evaluadas científicamente. Pero desde una perspectiva fenomenológica es posible entender el fenómeno en todos sus aspectos. Contrariamente a las presunciones de la ciencia materialista, podemos ser objetivos ante las propias experiencias subjetivas. En realidad, la meditación Budista por ejemplo es una práctica diseñada para ayudar a aprender justamente eso. Al mismo tiempo, me gustaría puntualizar también que muchos de los elementos de la visión del mundo que surge del chamanismo tradicional revisado en la actualidad, parecen ser muy compatibles con las más recientes teorías postmodernas de la ciencia. Al respecto solo me gustaría mencionar la teoría de morfogénesis de Rupert Sheldrake, y la interpretación de David Bohm de la teoría del caos y la dinámica no lineal, entre otros.

Elementos esenciales:

La realidad fundamental del universo es un continuum, un campo unificado de energía y conciencia que está más allá de el tiempo, el espacio y todas las formas. Simultáneamente la realidad está de alguna manera dentro de esas formas, y es al mismo tiempo trascendente e inmanente. En las religiones tradicionales asiáticas, este campo unificador es nombrado como Tao, o Atman-Brahman, o Tantra, etc,. Algunos nativos de Norte América lo llaman Wakan–Tanka mientras que en los sistemas de lenguaje de la ciencia postmoderna es visto como un infinito sistema complejo de interrelaciones, o una web de vida. El cosmos es multidimensional, es un espectro de muchos mundos. En la mayoría de las tradiciones chamánicas existen mundos altos, medios y bajos. En algunas otras tenemos más de 9 o 10 mundos siempre girando alrededor de uno central. Durante la experimentación con o sin sustancias de las prácticas chamánicas es normal visitar esos “otros mundos”. Desde el momento que esos mundos son nomateriales, transtemporales y transespaciales no son considerados accesibles para la investigación científica. Y a partir de esto, muchas veces se los considera no realmente existentes. El término psiquiátrico para la percepción de otras realidades es “desrealización”. De cualquier manera, los exploradores de conciencia, reportan que estos otros mundos existen verdaderamente y son tan reales como el mundo material familiar al cual nosotros estamos mas acostumbrados por vivirlo en la mayoría del tiempo. El acercamiento del conocimiento de la realidad sobre otros mundos que la ciencia postmoderna nos da, se materializa a partir de los sistemas de teorías holísticas que hablan de los múltiples niveles de agujeros y partes que existen en todos los compuestos del universo. Por ejemplo, si en verdad en el nivel planetario existe la biosfera, el ecosistema, la población, las especies; si en el nivel humano y social, existen sociedades, subculturas, organizaciones, tribus y familias, etc.; si en el nivel del organismo existen órganos, partículas, moléculas, etc.; ¿cómo es posible que en el nivel de la conciencia pretendamos que existe sólo un elemento unificado, sin partes e inmutable? Allí reside la cuestión. Reconociendo y capitalizando como conocimiento la existencia de realidad de esos otros mundos, los exploradores chamánicos enteogénicos también reconocen la realidad no material de esos seres con quienes es posible comunicarse.

El renacimiento animista y la transformación de la sociedad:

Habiendo presentado algunos de los elementos fundamentales del universo animista de la visión del mundo indígena, que está a su vez asociada con un renacimiento del interés en las prácticas chamánicas que incluyen el uso de enteógenos, quiero ahora hablar sobre lo que puede todo esto significar en el contexto de la situación mundial actual. ¿Qué significa el hecho de que grandes cantidades de personas estén volviendo a ingresar y a creer en estas tradiciones antiguas de curación y prácticas espirituales?. ¿Porqué sucede en nuestro mundo de industrias multinacionales, ordenadores y redes electrónicas? Algo de lo que estoy tratando de decir con todo esto es que justamente nuestro mundo supra tecnologizado está deliberadamente divorciado del espiritualismo, de los valores y de la conciencia; y precisamente es a partir de estas prácticas vinculadas al chamanismo que se está intentando un religamiento con esos elementos. Se percibe una reemergencia de las antiguas visiones del mundo integral, aquellas que miran todo en la vida como partes de una red interdependiente de relaciones que necesita ser cuidadosamente protegida y preservada. La historia del resurgir de las plantas psicoactivas en occidente ha llegado en diferentes estadios. En 1943 Albert Hofmann trabajando en tratamientos para la migraña consumió accidentalmente una cantidad cierta de LSD, esa experiencia dio el pie para el alucinógeno más potente nunca antes visto, con una fuerza mil veces superior a sus predecesores. En 1957 Robert Gordon Wasson redescubrió a la cultura occidental la ceremonia sagrada de los hongos de los aztecas bajo la guía de la curandera mazateca María Sabina. La publicación de sus observaciones en la revista “Life” influyó en miles de jóvenes norteamericanos y europeos que se volcaron en busca de experimentaciones con hongos alucinógenos. Por esos años Gabriel Dacosta creaba la “Uniao do vegetal” (UDV) una de las iglesias más importantes que trabaja con ayahuasca. El Santo Daime y Barquinia, las otras dos fundamentales del “gremio” también daban sus primeros pasos en ese tiempo. Aunque si bien se separan de los rituales chamánicos, estas iglesias mantienen una conexión con las raíces indígenas y un respeto absoluto y una utilización espiritual de las plantas enteógenas. En los ’60 la experimentación con plantas se trasladó también hacia el campo de la psiquiatría y a las clínicas médicas. Eran los primeros acercamientos hacia el universo occidental. También en los primeros ’60 Timothy Leary comenzaba sus trabajos en la Universidad de Harvard. A partir de todo esto, de esas transformaciones que tenían efectos sobre la conciencia colectiva, se iban generando las bases para un cambio a nivel social cultural de una profundidad y duración mucho más importante. Y así es como podemos quizás afirmar que detrás de la mayoría de los movimientos sociales que de alguna manera surgieron dentro de la sociedad occidental en los ’70, y ’80, estuvieron los cambios de percepción y conciencia que vieron sus inicios en los ’50. De esa manera fueron llegando movimientos que buscaron equilibrar las relaciones humanas con la naturaleza, movimientos que intentaron y aún intentan corregir el peligroso desbalance de esa relación a partir del ecologismo, la lucha contra pesticidas químicos, la batalla por una nutrición equilibrada, etc. Y es en esta diversidad de grupos que surgen de distintas disciplinas para trasformar nuestra percepción, nuestras actitudes y nuestras prácticas en relación con la Tierra, esta misma diversidad que apunta a generar una más saludable, no explotadora y no dominante relación en el respeto; que el uso de la medicina que surge del trabajo con plantas enteógenas en un contexto espiritual y terapéutico, tal vez tenga un rol mucho más importante que jugar. Pero nunca hay que olvidarse que con estas “plantas maestras”, como los ayahuasqueros las llaman, debe haber un intercambio. Conseguimos conocimiento, visión interna, curación psíquica o física desde ellas y en plan de intercambio deberíamos darles algo. Algo que implique prácticas para reducir nuestro impacto negativo en los ecosistemas, algo que ayude en la preservación de la vida salvaje y de la diversidad esencial. Es por eso que muchas personas que han tenido experiencias con ayahuasca, se vuelven profundamente envueltas en proyectos de preservación ecológica, así como en esfuerzos por sustentar las culturas de los pueblos indígenas.

Hay una profunda y misteriosa transformación que está teniendo lugar en la balanza de la vida en este planeta. El rol dominante de los humanos en su relación con el mundo natural ha llevado a irreparables desastres ecológicos, degradación de hábitats y pérdida de especies y patrones culturales. ¿Podrá ser que la concientización profunda sobre la necesidad de reestructurar nuestras maneras de relacionarnos con el mundo llegue desde los efectos de una planta visionaria? En lugar de la usual actitud de arrogancia y superioridad, aquellos que han experimentado el ayahuasca por ejemplo, u otros enteógenos están más cerca de encontrarse a ellos mismos acariciados por un misterioso poder de la naturaleza, y guiados a vivir de manera simple y minimizando los efectos negativos en el entorno y celebrando sorprendidos la belleza y diversidad de la vida.

Por: Ralph Metzner. Traducción: Vera Leheman.

Este artículo se publica autorizado por la S d’EA y fue originalmente publicado en el número 1 del Boletín Informativo de la Sociedad d’Etnopsicología Aplicada y Estudios Cognitivos (Sd’EA)- 2002, Barcelona, España. www.etnospico.org